Los modelos de la gama Z de BMW son coches con una historia que dio comiendo en los años 50, con el BMW 507, un convertible que hizo resurgir a la marca tras la Segunda Gerra Mundial.
Un coche con mucha historia
En 1988, BMW presentaba al Z1, un deportivo biplaza que lucía no solo un diseño muy original y quizás adelantado a su época, sino también se atrevió a montar unas puertas que emergían y se abatían de forma horizontal. Quizás no era de lo más cómodo, pero si era una fórmula resultona.
En 1995 se presenta el BMW Z3, en dos verisones, coupé y roadster, versión que se hizo famosa por ser conducida por 007 en el film Goldeneye. Ahora bien, si hubo una versión del Z3 que realmente se hizo famosa, fue la del Z3 M Roadster, ya que equipaba el mismo motor que el M3 E36, un V6 con 231 caballos de potencia.
En 2002 se presenta en el Salón de París al Z4 Roadster, como sustituto del Z3, con techo de lona y del que se vendieron más de 115.000 unidades. Cuatro años más tarde, llegaron las versiones Z4 Coupé y el Z4 M Coupé cuyo diseño era de los más original al tener un techo convencional en forma de burbuja que no pasaba desapercibido, además de ser un coche una estética muy deportiva y musculada.
En 2012, BMW presentó un nuevo prototipo, el Zagato Coupé, del que deriva el BMW Z4 que hoy tenemos ocasión de poner a prueba.
LA GAMA Z4 Y SU DISEÑO RETRO
Una vez entrados en la historia de los vehículos Z, vamos a hablaros del BMW Z4 sDrive 30i, la versión intermedia que hoy ocupará nuestras líneas, del que os tenemos que decir, que por primera vez en la historia de la marca se ha fabricado con una plataforma que comparte con el Toyota Supra, aunque en el caso del japonés solo se hace una versión coupé, que comparte muchos elementos que sobre todo pueden verse en el habitáculo.
El BMW Z4 está disponible en tres versiones; sDrive 20i con motor de 4 cilindros y 197 CV (Desde 57.600€), sDrive 30i con 258 CV (Desde 66.200€) y una versión más potente denominada M40i con motor de 6 cilindros y 340CV (Desde 77.800€). Nuestra unidad de pruebas que se corresponde con la segunda opción tiene un precio aproximado de 86.000€ con todo el equipamiento extra que lleva, entre el que cabe destacar el Acabado M, llantas de 19” estilo M, pintura Alpineweiss, molduras interiores de aluminio, sistema de telefonía con carga inalámbrica, sistema de sonido Harman Kardon, Driving Assistant, Control de crucero activo, Connected Package Professional, Head-up Display, Faros LED adaptativos, BMW Live Cockpit Professional o el sistema Parking Assistant entre otros.
En lo que a diseño se refiere, el Z4 ha guardado y como suele pasar en los BMW de última generación, el diseño original del concept que pudimos ver en 2017, donde se le ha dado gran protagonismo a la parrilla delantera que presenta un original diseño dando a esta parte del coche un gran protagonismo a la vez que sensación de poderío, enfatizado también por el paragolpes y las dos entradas de aire situadas a los laterales.
La vista de perfil nos da una imagen de la posición de conducción, que en esta generación es más centrada, ya que, en la anterior, te encontrabas en una posición más retrasada. Esta es sin duda su parte más atractiva, ya que es la que deja ver a todo el conjunto y su singular diseño. Particularmente lo encuentro más bonito sin capota que con ella, quizás el anterior techo duro le sentaba mejor.
Hablando de la capota, esta precisa de tan solo 10 segundos para emerger y dejar al Z4 capotado, en una maniobra que puede hacerse con el coche en marcha y hasta una velocidad de 50 km/h. La verdad es que ofrece un buen nivel de insonorización aun siendo de tela, aunque esto no evita que escuchemos algún que otro sonido extra del exterior. Para garantizar que podamos hablar sin ella, entre los arcos de seguridad situados tras los asientos podemos montar un deflector de aire que impedirá en gran medida que este se cuele en el habitáculo causando remolinos que nos impidan mantener una conversación.
Las preciosas llantas de 19” pintadas en negro calzadas con unos neumáticos en medidas 255/35/19 para el tren delantero y 275/30/19 para el trasero, dejan entre ver las pinzas de color azul que forman parte del acabado M.
La zaga quizás sea la parte del coche que más minimalista es, estando representada, por una parte, por el alerón que culmina en la tapa del maletero y que alberga la tercera luz de freno, por otra, por unos pilotos con tecnología LED que no se parecen en nada a los usados en otro modelo de la casa. Y, por último, el paragolpes, que acoge dos salidas laterales que enfatizan más si cabe a esta parte del coche, así como el difusor que acoge dos salidas de escape.
En cuanto a sus medidas, se puede apreciar enseguida que es algo más largo, pero también más ancho, mientras que se reduce un tanto su batalla. Con una longitud de 4,324 milímetros, una anchura de 1.864 milímetros y una escasa altura de 1.304 milímetros, parece un roadster compacto, pero ofrece una muy buena habitabilidad interior, gracias a los 2.470 milímetros de distancia entre ejes. Ahora bien, las medias que caben destacar son el aumento de su anchura de vías que lo hacen 98 milímetros en el eje delantero y 57 milímetros en el trasero, lo que unido a un increíble reparto de pesos de un 50% para cada uno de los ejes, hacen que este coche sea muy equilibrado a l ahora de conducirlo.
UN HABITÁCULO RESULTÓN Y MUY TECNO
El habitáculo nada tiene que ver con el de su predecesor, ya que ha sido rediseñado por completo, siento ahora muchísimo más tecnológico y con un empaque y sensación más premium. Todo el salpicadero se encuentra ligeramente orientado hacia el conductor, lo que facilita la lectura y el manejo de todo el sistema de infoentretenimiento a través de la pantalla de 10,25” que es táctil y dispone de la última versión Operating System 7.0 de BMW, lo que le permite gracias a la integración del nuevo asistente personal inteligente de BMW entender comandos y operar bajo las órdenes del conductor.
Tras el volante multifunción deportivo M, que dispone de calefacción, encontramos el nuevo cuadro de mandos que BMW está introduciendo en toda su gama y que ya hemos visto y probado en otros modelos como en el Serie 8, y que como ya os comentamos no nos acaba de gustar, pues la lectura de este es un tanto complicada, a la vez que la representación cartográfica que hace es muy poco intuitiva. Eso sí, gracias sus diferentes vistas ofrece toda la información necesaria para gobernar el coche.
En la consola central encontramos un nuevo “tablero” que alberga el mando iDrive, así como los botones de acceso directo a los 4 modos de conducción y el botón que acciona la capota eléctrica.
La posición de conducción es muy acertada, a la vez que cómoda, ya que situado en una posición muy baja, y muy centrada el gobierno del Z4 es absoluto. Los asientos deportivos recogen el cuerpo muy bien y es fácil adaptarse a ellos gracias a sus numerosos reglajes eléctricos. Por su parte, el maletero está claro que no es la gran baza de este roadster biplaza, aun así, ofrece una capacidad de 281 litros, ya que la capota no ocupa mucho espacio. Es un poco más pequeño que el anterior Z4 (310 litros), pero este tenía el problema cuando se replegaba el techo que tan solo dejaba libres 180 litros, aún así es uno de los más generosos de su segmento.
MECÁNICA Y DINÁMICA
Bajo el alargado capo delantero encontramos su corazón, un motor de 4 cilindros en línea de 2.0 litros turbo alimentado que rinde una potencia de 258 CV y 400 Nm entre las 1.550 y las 4.400 RPM, siendo un propulsor enérgico durante casi todo su régimen de giro. Sus prestaciones son acordes a su espíritu acelerando de 0 a 100 km/h en tan solo 5,4 segundos y lanzándose hasta los 250 km/h.
La perfecta asociación con una caja de automática de convertidor de par y 8 relaciones permita sacar a todo el conjunto mecánico un buen rendimiento ante cualquier situación de conducción. Por un lado, eficiencia si lo que buscamos es hacer un viaje por autopista o autovías, donde podemos llegar a obtener cifras de consumo de entorno a los 9 litros, y, por otro lado, encontramos como en todo buen BMW que se precie ese lado deportivo que tanto caracteriza a este tipo de coches.
Este roadster presenta un equilibrio perfecto entre sus tamaño, motor y chasis, lo que se traduce en una conducción ágil, dinámica y con garantías de que, aunque sea un tracción trasera y sin pasarte de la raya claro está, todo está bajo control, aunque este sea el de las ayudas electrónicas.
Gira muy plano en las curvas, gracias a una dirección que en modo Sport ofrece un tacto y una precisión muy buena a la vez que transmite muy bien lo que pasa bajo las ruedas del tren delantero, lo que te invita una y otra vez a apuntar el morro del coche a la entrada de las curvas como si de un punto de mira se tratara para hacer así un “tiro perfecto”.
CONCLUSIONES
El BMW Z4 forma parte de un legado, de la historia icónica de los modelos Z de BMW que como os hemos explicado al inicio de la prueba ha 60 años que llevan haciendo coches tan singulares como este. Sinceramente, ahora mismo, tras haberlo probado y escribir la prueba, y tras haber leído la que hicimos en 2016 del Z4 sDrive 28i, tendría serias dudas de con cual me quedaría, ya que el techo duro retráctil era uno de sus encantos a la par que el habitáculo de estilo retro me dejó enamorado (soy un nostálgico, que se le va a hacer).
Escrito por, Miguel Angel Solá
Agradecimientos
- BMW España
- Fotografías: Cristóbal Arjona