Hay coches que van unidos a una historia, y el Ford Mustang Bullitt es uno de ellos, ya que se hizo famoso en el año 1968 al protagonizar una increíble persecución por las calles de San Francisco a manos del actor Steve McQueen, por aquel entonces condujo un Ford Mustang GT Fastback que era perseguido por un Dodge Charger RT del 68.
No es la primera vez que vemos un Ford en la gran pantalla, ni será la última, pues esta gran marca está ligada a títulos como Iron Man, donde aparecía un Ford Flathead Roadster, o a la primera entrega de la saga de Jurassic Park en la que aparece un Ford Explorer XLT Tour Vehicle o al Ford Taurus que podemos ver en la última de las entregas de Robocop en 2014 pasando por el Ford Crown Victoria del film Taxi Driver o el Ford Mustang que condujo Will Smith en la película Soy Leyenda.
Pero ¿Qué tiene el Bullitt que le hace tan especial?, pues que es una serie limitada, que se presentó en el año 2018 dentro del marco del Salón de Detroit, para conmemorar el 50 aniversario de la película Bullitt de 1968, cuya primera unidad fabricada, la VN001 y pintada en el exclusivo color Kona Blue, fue subastada hasta alcanzar la generosa cifra de 245.000€ cuyo importe se destinó íntegramente por Ford para la fundación que lleva el nombre de Steve MacQueen y encargada de luchar contra la diabetes infantil.
Ford ha encontrado un filón en esta versión, ya que no es la primera que ve la luz bajo este nombre, ya que en 2001 lanzaron el Mustang Bullitt I, una edición limitada que bajo su capó escondía un motor V8 de 4,6 litros que declaraba una potencia de 269 CV y un par máximo de 414 Nm. Esa versión lucía elementos estéticos que le diferenciaban de un Mustang convencional, como las llantas de aluminio Torque Thrust de 17” detalles en aluminio cepillado o las pinzas de freno pintadas en rojo. De esta versión se fabricaron un total de 5.582 unidades, de las cuales 3.041 estaban pintadas en el color Dark Highland Green del Bullitt original.
En el frontal destaca una parrilla limpia, sin logos que recurre a un mítico panal de abeja dejando una superficie limpia. El capó presenta dos generosos extractores encargados de refrigerar al poderoso V8 que le dan a la delantera un toque muy deportivo a la vez que de coche “malote”, aunque no tanto como el Mustang que nos acompañaba. Destacan también las ópticas de nuevo diseño que dan origen a una mirada más que desafiante.
El volante de tres radios tiene un tamaño quizás un tanto grande, y en él, encontramos también un anagrama exclusivo. Tras este, y a nuestro parecer encontramos un cuadro de mandos totalmente digitalizado que desentona con el resto, pues a un coche como este, le hubiera sentado genial un cuadro analógico, con dos grandes esferas y con agujas de verdad, pero hemos de entender que en pleno siglo XXI las cosas son y serán ya así.
Esta pantalla de 12,3” es totalmente personalizable en cuanto a colores o visualización, además de disponer de una visual específica para cada uno de los modos de conducción Normal, Sport o Circuito más un modo denominado MyMode. Ofrece gran información al conductor, quizás hasta demasiada siendo además su manejo y configuración un tanto complicada por la cantidad de menús a los que puedes acceder, que, dicho sea de paso, es preciso hacerlo con el coche parado. Estos modos de conducción como en cualquier deportivo no solo modifican la gestión del motor, el cambio o la dirección, sino que en este Mustang van un tanto más allá, ya que se incorporan funciones específicas para emular una Drag Strip para el cuarto de milla, para conducir en mojado incluso hay una opción denominada Line Lock que bloquea las ruedas delanteras si tu intención es la de simplemente quemar gomas.
En la parte más baja de la consola central encontramos una pantalla táctil de 8” con el nuevo sistema multimedia SYNC3, que dispone de conectividad a través de los sistemas Apple CarPlay y Android. Desde aquí se maneja todo el sistema de infoentretenimiento a la vez que el potente equipo de audio firmado por Bang&Olufsen que ofrece 1.000 Watios de potencia.
Los asientos Recaro tapizados en piel y con contraste de costuras son muy cómodos, ofrecen un sistema de ventilación y calefacción a la vez que sus reglajes son eléctricos, pero no sujetan el cuerpo al 100% en conducción deportiva. Para ello, puedes recurrir a los opcionales semi backets firmados también por Recaro.
Si hay algo en este coche que es de alabar, es su motor. Hablamos de un propulsor V8 Coyote de 5.0 litros atmosférico (si, si has leído bien), que rinde una potencia en Europa de 460CV y de 480CV en EEUU y ofrece un par máximo de 569 Nm. Cifras que mejora con respecto al Shelby Mustang GT gracias a una mejora del sistema de admisión. Está asociado únicamente a una caja de cambios de 6 velocidades y cuenta con el sistema rev-match que emula el punta tacón, para disfrutar de unas reducciones perfectas. Eso sí, subirlo de vueltas hasta el corte de inyección que está en unas generosas 7.400 rpm es como diría Enrique Iglesias en una de sus canciones una “experiencia religiosa”, pues el sonido que acompaña a esta acción es impresionante, además claro está de la sensación de aceleración que se disfrutar dentro del habitáculo.
Este propulsor ofrece muchísimo par, eso sí, te invita a tener que jugar con el embrague una y otra vez si quieres disfrutar de todo su potencial, que, dicho sea de paso, no está disponible a baja vueltas, sino que más bien te obliga siempre a estar por encima de las 4.000 rpm si quieres recibir toda su patada. Ahora bien, por encima de ahí el motor Coyote aúlla como ninguno dejando un sonido estremecedor que invade el habitáculo, lo que puede hacerte pensar, que ese mismo sonido se amplifica en el exterior dejando atónito a todo quien lo escuche.
Para nuestra prueba, quisimos hacer dos cosas que enfatizaran más si cabe, el carácter de nuestro Mustang Bullitt, así que por un lado y a modo de comparativa, nos trajimos otro Mustang y por otro decidimos recurrir a las manos de nuestro amigo y piloto David Bosch, para entrar en el Circuito de pruebas de Fast Parc Motor en Castellolí, para comprobar como un Mustang es capaz de quemar neumáticos a la par que bailar en un circuito cuyo piso es deslizante. No es muy corriente ver por la calle a dos Mustang, y menos a uno preparado con un kit estético Cervino, pero menos todavía es ver a Mustang deslizando su trasera de un lado a otro como David nos enseñó en l pista de Fast Parc Motor. Quizás, y pensándolo ahora, hubiera estado bien hacer una drag race con los dos que llevamos, así que esto nos queda pendiente para la próxima vez.
Aunque está claro que, si en algún momento de nuestra vida hacemos un viaje a EEUU, no desperdiciaríamos la oportunidad de hacer una Ruta 66 al volante de este coche, para disfrutar de las largas rectas y de unos paisajes acordes a la esencia de este coche, donde antaño los Mustang galopaban.
Con el modo MyMode activado y con el modo circuito la electrónica es menos intrusiva, peeeeeeeeeeeeeeeeeroooooo no de desconecta del todo, lo que te permite jugar con su trasera, controlando las derrapadas con el gas, siendo progresivo y acompañando en todo momento a la dirección al lado opuesto, aunque en este caso, el coche de forma automática lo frena un poco, lo que impide que puedas disfrutar al 100% de todo su potencial para hacer el gamberro.
El equipo de frenos está firmado por Brembo, y dispone unos discos ventilados de 380 mm para el tren delantero y de 330 mm para el trasero que garantizan en todo momento que los 1.800 kilos que tara este Mustang no sen un impedimento para frenarlo en caso de necesidad.
Nuestra conclusión nos lleva a pensar que el Ford Mustang Bullitt, es sin duda un coche de película, y que tenerlo en tu garaje no es como tener cualquier otro deportivo, sino que tienes que entender lo que te has comprado. Nuestro compañero David Escoda, propietario del otro Mustang que nos acompañó en esta prueba nos argumentó muy bien lo que supone tener un coche así y lo que ello representa, es como tener una moto, o tener una Harley.
Escrito por, Miguel Angel Solá
Agradecimientos
- Ford España
- Fast Parc Motor
- David Escoda, Redindoor
- Fotografías: Cristóbal Arjona