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Cuando llevamos a cabo las pruebas de los coches que nos ceden las marcas, siempre intentamos crear un escenario afín al coche que probaremos. En el caso del Mercedes AMG C63 S era un reto difícil, porque no queríamos repetir escenario a la vez que queríamos que, si bien el coche fuera el protagonista de nuestra historia, el lugar para probarlo fuera no solo icónico, sino que además representara las siglas AMG, es por ello, que nos decantamos por uno de los circuitos más emblemáticos del mundo, el Autòdrom de Terramar.

Para entender y para que podáis apreciar lo que supone rodar allí, os haremos una pequeña introducción a la historia del circuito más antiguo de España y uno de los más antiguos del mundo.

Un circuito único en España

En 1922, en una rueda de prensa celebrada en el hotel Ritz de Barcelona, una persona pionera del deporte de las cuatro ruedas, Frederic Armangué, expuso la idea de construir un circuito oval como el de Indianápolis o Brooklands, y de las velocidades extraordinarias que se podrían conseguir con peraltes de más de 20 metros de altura de pista y con una inclinación de 60º. En esta rueda de prensa, lo acompañaba el arquitecto Joan Mestres, que se encargó de exponer las características técnicas de dicho circuito y del lugar donde estaría situado. La construcción de un autódromo era, en aquellos momentos, un signo de progreso.

La obra impulsada por Francesc Armengol Duran, promotor de la urbanización Terramar de la zona litoral de Sitges, muy próxima a Sant Pere de Ribes, vendrá ligada a esta fantástica historia automovilística. La ilusión en este proyecto por parte del industrial textil catalán hizo que las obras se realizaran en tan sólo 300 días.

El coste de dicha obra fue de 4.000.000 de las antiguas pesetas, y se sirvieron 3,6 millones de kgs de hormigón para la construcción del trazado. Estaba hecha, sin duda, a conciencia, como lo demuestra el estado en que se encuentra hoy, el grueso de 12 cm de la pista de hormigón es una de las razones para que el Autódromo de Terramar se conserve en estado casi virgen integralmente. Es el único circuito clásico ovalado permanente que queda en el mundo a día de hoy, y por el que como podéis ver en las fotos todavía se puede rodar.

Se inauguró el 28 de octubre de 1923, y Terramar se convirtió en una referencia mundial del automovilismo, al organizar el primer Gran Premio Internacional de la historia de España, del campeonato que hoy sería Formula 1.

El circuito fue vendido a otro gran aficionado, aristócrata y piloto, Edgar de Morawitz, que organizó algunas carreras y consiguió que se hiciera el campeonato de España de motos, pero nunca consiguió beneficios económicos. Lo siguió intentando con otro tipo de espectáculos, como los desafíos entre avionetas y coches (Bugatti 35), pero no consiguió relanzarlo. El autódromo sólo se volvió a utilizar para competiciones catalanas y regionales hasta los años 50, pero sin ningún tipo de atractivo para el público de masas.

La finca que contiene el autódromo se vendió al padre de la actual propietaria, Sra. Lloret, y fue un regalo de padre a hija. Se dedicó seguidamente a campesinado, y después en la granja avícola «Avimar» con mucho de éxito. La propiedad siempre respetó todos los elementos del circuito, considerándolos como preciados elementos que daban una personalidad especialísima en su finca, y así hasta hoy.

En un futuro próximo el Autòdrom Terramar acogerá un proyecto de revitalización de este espacio, que gracias a la empresa gestora Grandprix, grupo de comunicación y organización de eventos franco-español con dilatada experiencia en el sector ecuestre pretende convertir al Autòdrom en un circuito invernal de saltos de obstáculos que dará cabida a competiciones internacionales de alto nivel durante los meses más fríos en Europa. Y como no podía ser de otra manera, seguirá ligado al sector de la automoción y la competición, dando lugar a presentaciones y eventos del mundo del motor.

Hasta la fecha, han sido diversos eventos los celebrados en el Autòdrom, en el que cabe destacar en el año 2012 una rodada que hicieron los pilotos Miguel Molina y Carlos Sainz al volante de un Audi R8 LMS de Red Bull, la presentación a finales de 2018 de la marca CUPRA o el rodaje de uno de los capítulos de The Gran Tour de Amazon Prime, en el que sus presentadores Jeremy Clarkson, Richard Hammon y Jame May rodaron al volante de un Aston Martin DB4 GT lightweight y un Jaguar XKSS.

Probamos uno de los coupés más bellos del mundo

Volviendo al AMG C 63 S, ante todo queremos dar las gracias a Fabian Rou, el ingeniero encargado de ensamblar y montar el motor V8 que nuestra unidad de pruebas escondía bajo el capó, en la factoría de Affalterbach, de acuerdo con el principio de la marca One Man, One Engine, del que os hablaremos una líneas más abajo.

Su imagen, fruto de su diseño lo dice todo a simple vista y aunque no ha recibido actualización desde que viera la luz en 2015 cuenta con un aspecto moderno y musculado, que deja entrever que esto no es un Mercedes cualquiera, sino un AMG de pura cepa. De hecho, sus medidas varían frente a un Clase C convencional, ya que es 58 mm más largo, y 67 más ancho para dar ese aspecto del que os hablábamos.

En la parte frontal destaca el impresionante faldón que forma parte del Paquete Aerodinámico AMG, en el que se prologan ciertos elementos como el splitter frontal, no solo por una cuestión estética sino también por un tema de dar carga aerodinámica. En la vista lateral destacan las llantas de 19”, calzadas con unos neumáticos Michelin Pilot Sport Cup 2, en medidas 255/35/19 para el tren delantero y de 285/30/19 para el trasero, que se pegan al asfalto como si de un chicle se tratara, así como los anagramas V8 Biturbo que anuncian lo que hay bajo el capó. La zaga está representada por un difusor que alberga las dobles salidas de escape, así como por un pequeño alerón que culmina el portón del maletero.

Un habitáculo premium y muy deportivo

Si en el exterior se aprecia el ADN de AMG en todo su esplendor en el habitáculo no lo es menos. Tras abrir las puertas delanteras, lo primero que salta a la vista son los impresionantes asientos opcionales AMG Performance, que son los más parecidos a unos backets de competición, cuyo tapizado en color negro con las costuras en contraste amarillo entonan un ambiente de lo más racing. Estos disponen de diversos reglajes eléctricos que te permiten adoptar una perfecta posición de conducción a la vez que ofrecen un agarre óptimo del cuerpo a la hora de trazar las curvas más cerradas.

El volante deportivo AMG tiene un tamaño y grosor perfectos, y acoge los mandos para manejar, desde el lazo izquierdo la pantalla del cuadro de mandos, y desde el lado derecho la pantalla multimedia, a la vez que las levas para el manejo del cambio de forma secuencial. Además, y como en los modelos mas deportivos de la marca, ofrece dos mandos en la parte inferior desde los que se puede controlar el AMG Dynamic Select, así como configurar por separado la dirección, los escapes o el sistema de amortiguación, siendo redundante estas funciones, pues en la consola central también dispone de botones específicos, así como el echo de poder hacer estas mismas funciones desde la pantalla de la consola central.

El cuadro de mandos está representado por una pantalla de 12,3” totalmente personalizable, en la que podemos escoger tres modos de visualización (Clásico, deportivo y superdeportivo), en función de lo que queramos ver representado y de cómo. Sin duda la mejor vista es la del modo superdeportivo en la que el cuentarrevoluciones de gran tamaño toma el protagonismo de toda la pantalla, dejando ambos laterales para ver en ellos información específica del sistema AMG performance donde podemos ver por ejemplo un gráfico de las fuerzas G o el uso de la potencia y el par motor utilizados en cada momento.

La pantalla de 10,25” de la consola central, está muy bien situada y ligeramente orientada hacia al conductor, siendo este elemento el que desentona en un ambient premium y cuidado, siendo quizás uno de los elementos que perduran desde que la Clase C viera su lanzamiento en 2015. Además, no es táctil, lo que te obliga a configurar los elementos que quieras ver o bien a través de los mandos situados a la derecha del volante o bien a través del mando command ubicado en la parte más baja de la consola que guarda el tamaño de antaño y no de los recientes lanzamientos de la marca.

Los asientos traseros a los que no  es fácil acceder por su condición de coupé de 2 puertas, están habilitados solamente para dar cabida a dos plazas en las que el espacio para las piernas es muy justo. En cuanto al maletero su capacidad de 355 litros es más que suficiente para un coupé de estas características, aunque su carga se vea un tanto complicada por la escasa anchura y altura de la boca de carga.

El Mercedes AMG C 63 S Coupé está disponible desde los 113.000€, con un equipamiento de serie increíble, al que si le añadimos los diversos paquetes de nuestra unidad de pruebas como el Paquete Aerodinámico AMG, Paquete AMG Night, Paquete de aparcamiento con cámara de 360º, Paquete premium, la pintura Designo Gris Grafito Magno, el tapizado interior en Cuero Napa AMG Gris Magma/negro, asientos AMG Performance, el Head-up Display o el Sistema de Sonido Surround Burmester, incrementamos la factura hasta los 136.000€. Unidad probada configurada.

De entre sus rivales más destacados, podríamos equiparlo al Audi RS5, aunque este tiene 60 CV menos, así como al BMW M4 CS o al Aston Martin DB11 que equipa el mismo motor, aunque claro está, en este caso hablamos de 100.000€ más.

Mecánica conocida poderosa y resultona

Bajo el capó delantero, emerge uno de los motores más reconocidos en el sector del automóvil. Hablamos de un propulsor V8 de 4.0 litros biturbo que rinde una potencia de 510CV y 700 Nm de par motor, capaces de lanzar a este misil de 0 a 100 km/h en tan solo 3,9 segundos y hasta los 290 km/h, velocidad que tiene autolimitada, ya que, de no ser así, estaría en la orden de unos muy generosos 330 km/h.

La perfecta asociación con una nueva caja de cambios 9G-TRONIC permiten que disfrutes en todo momento de todo su potencial, así como sus 700 Nm de par que están disponibles desde las 2.500 rpm. Esta caja de cambios dispone como no de la función Launch control, con la es posible conseguir con suma facilidad una arrancada fulgurante.

Todo en este AMG está pensado para que la dinámica de conducción se transmita al interior del habitáculo como si del cockpit de un piloto del DTM se tratara. La puesta a punto entre chasis, amortiguación, electrónica y propulsor es simplemente perfecta, tanto que a veces te hace olvidar lo que llevas entre manos, y os aseguramos que con el modo RACE activado es un coche de aquellos en los que mientras lo conduces rápido debes tener claro lo que estás conduciendo.

Elementos para una dinámica increíble

Hablando del sistema de amortiguación del C 63 S, encontramos un tren de rodaje con suspensión mecánica AMG RIDE CONTROL, que cuenta con un sistema de amortiguación ajustable electrónicamente, que bien puede ofrecer comodidad o se puede configurar para uso deportivo. Este sistema adapta de forma independiente en cada una de las ruedas el tarado de la suspensión en función del modo de conducción seleccionado de forma automática, así como de las condiciones de la calzada por la que circulamos.

El paso por curva que ofrece es elevado, y parece, aun siendo un tracción trasera un modelo 4MATIC por la increíble capacidad de tracción que ofrece, gracias a los diversos sistemas que os hemos comentado a lo largo de la prueba. Sin ellos, la verdad es que este coche sería indomable, al menos en carretera. La dirección tiene un grado de dureza óptimo a la vez que transmite muy bien lo que pasa bajo los neumáticos. Apuntar a la entrada de las curvas es una tarea fácil para dejar que los 1.800 kg de lastre pasen inadvertidos en todo momento girando con una facilidad pasmosa y haciendo transiciones controladas entre curva y curva.

Para disfrutar del AMG C63 S encontramos dentro del Dynamic Select de 5 modos de conducción (Calzada resbaladiza, Confort, Sport, Sport + e Individual), así como uno más y específico denominado RACE. Centrándonos en este último pues los otros ya los hemos mencionado en más de una ocasión en otras pruebas, hemos de decir que este básicamente lo que hace es preparar al C63 S para su entrada en circuito, no siendo muy apto para carreteras convencionales y mucho menos si quién conduce el coche no es un piloto experimentado, pues todas las ayudas, dejan de ser útiles, pasando a tener lo más parecido a un coche de competición pensado para sacar provecho de su potencial sin que nada enturbie una entrada o una salida de una curva deslizando la trasera por aquello de ganar tiempo. No obstante, podemos gestionar de forma manual, con los botones específico que encontramos en la consola, o bien a través del mando de la parte inferior izquierda del volante la gestión de la suspensión el cambio o el sonido de los escapes.

Otros sistemas como el AMG Dynamics, que integrado en el control de estabilidad amplía las funciones del ESP con una distribución dosificada de la fuerza entre las ruedas del eje trasero a través del control vectorial de par aumentando así, no solo la agilidad, sino también la estabilidad garantizando además la tracción a la salida de las curvas.  Dentro de las diversas opciones de este sistema encontramos cuatro niveles (Basic, Advanced, Pro y Master), que cuentan con una programación específica asociada a los diferentes modos de conducción. Por el contrario, y gracias al sistema AMG Traction Control es posible regular el resbalamiento en el eje trasero en nueve niveles, algo que ya habíamos visto en la prueba que llevamos a cabo hace unos meses con el AMG GT R.

Uno de los elementos opcionales que Mercedes ofrece para este coche es la función llamada AMG Track Pace, en la que accedemos a los datos de la telemetría del coche, así como a una base de datos de Circuitos donde podemos recuperar datos como los tiempos por vuelta, la velocidad en cada una de la curvas o la aceleración lateral entre muchos otros que se ven reflejados en la pantalla del sistema multimedia, así como en el head-up display. Este dispositivo funciona al unísono con el GPS para ofrecer en todo momento información exacta como loa aceleración o deceleración en caso de una drag race de 0 a 100 km/h y de 100 km/h a 0 km/h, además de indicarnos si el tiempo en el que estamos rodando por un circuito es bueno o mejorable, además de contemplar si hemos tomado un atajo o estamos trazando las curvas de forma óptima para mejorar los tiempos.

Nuestra conclusión

El Mercedes AMG C63 S es uno de esos coches que, en un futuro no muy lejano, todo amante de los V8 ansiaría tener en su garaje por lo que representa. De hecho, ya se ha convertido en todo un veterano dentro de la marca, que en cada generación lo hacen mejor, aunque quizás, en esta época lo ideal sería que el motor no fuera un biturbo, sino uno atmosférico, para ofrecer el antiguo sonido de los V8 cuyo gorgoteo ya te hacían pensar que llevabas entre manos. Está claro que este pensamiento se quedará en una mera ilusión.

Este coupé nos ha dejado las misma sensaciones que en su día nos dejó el Audi RS5 con el que creemos que es su más directo rival. Cómodo para viajar y rápido para correr, así como para disfrutar de cada una de las curvas que puedas encontrarte por tu camino. Y si, además, como ha sido nuestro caso lo pruebas en un circuito, y además ese circuito es uno oval, la sensación se multiplica por 100.

Escrito por, Miguel Angel Solá

Agradecimientos