El sueño de la infancia de Dieter Röscheisen brilla en azul Petrol metalizado y blanco Grand Prix: estos son los colores que adornan el Heigo-Porsche 911 SC, fabricado con sus propias manos y las de algunos amigos en 1979. El maestro del automóvil, que comenzó a trabajar como mecánico en Porsche en 1976, compitió en rallyes nacionales e internacionales en 1980 junto con Klaus Hesse, nacido en Kitzingen, Baja Franconia (una región situada al sur de Alemania). «Desafortunadamente, gastamos tanto dinero aquella temporada, que decidí vender el Heigo-Porsche en una celebración del Campeonato Mundial en Ratisbona», dice Röscheisen. Por aquel entonces tenía veintitantos años y Walter Röhrl le puso en contacto con el que acabaría siendo su comprador, un hombre de nacionalidad inglesa.
Pasados 30 años, en noviembre de 2009, suena el teléfono de Röscheisen. Stephen «Steve» Davies está al otro lado. El asesor fiscal había comprado recientemente un automóvil en Sheffield. «Lo descubrí en un aparcamiento urbano, cubierto de trapos», relata este británico de 69 años, quien hizo un viaje de casi 1.800 kilómetros hasta Straubing, en la Baja Baviera, para llegar a la primera reunión de los cuatro Heigo-Porsche. Nada menos que 30 horas de recorrido para una realizar una breve excursión con estos modelos de rallye. Cuando Davies adquirió el Porsche 911 SC, lo pintó con los colores de Rothmans. «Hasta entonces tenía una pátina que era pura suciedad», recuerda el británico. A partir de ese momento, participó en varios eventos y reuniones hasta que, en uno de ellos, le preguntaron por los colores que había bajo la decoración de Rothmans. Fue entonces cuando se puso a investigar hasta que dio con una pista: aquellos colores eran iguales que los de un Porsche que una vez había sido conducido por Röhrl. Así que localizó al piloto, a quien ya conocía de otros encuentros pasados en el mundo de la competición. A Röhrl le vino rápidamente a la cabeza el Heigo-Porsche de Röscheisen y le dio a Davies el número de teléfono de su amigo.
“Al principio no podía creer que este vehículo todavía existiera. Pensé que había pasado a mejor vida hacía mucho tiempo”, dice Röscheisen diez años después de aquella llamada. Pero así era. De hecho, sus dudas se disiparon rápidamente cuando Davies comparó los anclajes de la antigua jaula antivuelco con los de las fotos antiguas de Röscheisen. “Los puntos de soldadura eran únicos. En 1979, diseñamos todos los componentes de este Heigo-Porsche específicamente para su participación en rallyes, de tal manera que los saltos no terminaran provocando una torsión excesiva”, explica Röscheisen. La idea de la combinación de colores surgió de Ginger Ostle, quien trabajaba en el estudio de Diseño de Porsche en ese momento: «Ginger colocó el coche bajo una lámpara y combinó los colores azul Petrol metalizado y blanco Grand Prix atendiendo a la sombra proyectada», dice. Y continúa con una anécdota: “Durante un rallye en Marktredwitz, nevaba mucho mientras caminaba por el parque cerrado. La línea de nieve en mi coche coincidía exactamente con la parte blanca de la pintura, en una imagen increíblemente armoniosa”.
Steve Davies decidió devolver el vehículo a su condición original, basándose en las fotos del creador. El Porsche que había desaparecido durante casi 30 años volvió a la vida en 2010 para presentarse en el Salón Internacional de Automovilismo Histórico «Race Retro» en Stoneleigh Park (Coventry), a unos 30 kilómetros al sureste de Birmingham. “Steve me dijo por teléfono que me vistiera con el mono de carreras porque íbamos a asistir juntos a un evento muy especial. Fue un momento muy emotivo para mí, pensé que nunca volvería a ver mi coche tal y como era», dice Röscheisen.
Detalles del Heigo-Porsche 911 SC RS Evo III
De vuelta en Alemania, visitó a su amigo Rafael Díez, propietario de un taller de restauración. Allí vio un 911 G blanco y le preguntó a Díez qué planeaba hacer con él. «De momento, nada. Lleva dos años subido al elevador», le dijo el maestro de la mecánica. Lo que vino a continuación era inevitable: juntos, desarrollaron la idea de un segundo Heigo-Porsche. El objetivo de los dos hombres y el patrocinador Helmut Heilmann, Director de Heigo Autotechnik, era conseguir que la nueva creación fuera más bonita y técnicamente mejor que la original. Era un plan ambicioso. Un año y medio después, el proyecto Heigo-Porsche II ya estaba casi completado y apenas quedaba afinar la puesta a punto. Este último trabajo fue realizado por Dieter Röscheisen y su amigo Walter Röhrl, quien más tarde acabaría pilotando el coche en varios eventos y rallyes.
Pero no, estos dos Heigo-Porsche no fueron los únicos fabricados. Toca dar un salto atrás en el tiempo, concretamente siete años, para conocer a Klaus-Jürgen Orth, entonces propietario de una compañía de telecomunicaciones en Fráncfort, quien cayó rendido ante los encantos de aquel Porsche. “Cuando Dieter me enseñó el coche en 2005, tuve claro que algún día querría tener uno en mi garaje. Aquel coche era extremadamente deportivo y divertido». Su socio Udo Müller compartía ese mismo deseo. A principios de 2013, los dos le encargaron a Rafael Díez construir no uno sino dos Heigo-Porsche 911 SC RS Evo III para ellos. Y debían contar con la puesta a punto final de Röscheisen y Röhrl, como el último modelo creado. El Evo III tiene un motor de 3.4 litros que entrega 340 CV, lo que supone un incremento de 62 CV frente al modelo original de 1979, que daba 278 CV gracias a la inyección mecánica en lugar de K-Jetronic. «La mítica trasera ‘cola de pato’ y otros elementos heredados del Turbo correspondían a la homologación para Grupo 4», recuerda Röscheisen.
«Rafael, Dieter y yo trabajamos intensamente en el desarrollo. Experimentamos con diferentes tipos de muelles y amortiguadores y fuimos logrando avances poco a poco», explica Röhrl, quien ha conducido una de las réplicas de Heigo-Porsche que hizo de coche cero en el Rallye de la Baja Baviera, una prueba puntuable para el Campeonato Alemán. “El coche demostró su valía desde el principio”, continúa. «El arte de pilotar es acercarse a una curva de 90 grados y controlar el acelerador de manera precisa para que pueda deslizarse a través del viraje de manera limpia y sin sobresaltos», dice Röhrl, quien demuestra al instante esta habilidad en un tramo cerrado de una finca privada propiedad de un buen amigo. Los otros tres propietarios de los Heigo-Porsche restantes observan con asombro la maestría de Röhrl al volante.
«Cuando conduzco, logro el máximo nivel de concentración», dice Udo Müller. «El coche me da mucho, conducirlo al límite es una experiencia fantástica», agrega Klaus-Jürgen Orth, mientras observa a Walter Röhrl haciendo cruzadas perfectas. Cuatro décadas después, el sueño de infancia de Dieter Röscheisen sigue muy vivo.