El BMW Active Tourer, fue una gran sorpresa para aquellos adeptos a los BMW, que entendían hace hasta años, que un BMW tiene que ser un tracción trasera y una berlina o un coche deportivo. Por ello, el Active Tourer y el Gran Tourer, han revolucionado dentro de este segmento, el de los monovolúmenes de hasta 7 plazas, como el caso del coche que nos ocupa hoy en nuestra prueba.
Bajo el paraguas de su más temida competencia, los SUV, el mercado de este tipo de coches en nuestro país, es difícil de entender, salvo que no sea por una necesidad familiar, son pocas las personas que se acercarían hoy en día a un concesionario buscando un coche de este tipo. Precisamente BMW tiene en su haber su propia competencia, con el abanico de posibilidades que puede llegar a ofrecer a sus clientes, pero claro está, no es capaz de ofrecer hasta 7 plazas salvo en el X5 o en este modelo.
El lenguaje de diseño es el propio de la marca, prácticamente para todo el coche, donde vemos un frontal en el que destacan las dos riñoneras típicas de BMW y una trasera que tiene un cierto encanto. El conjunto, con unas medidas de 4,55 metros de largo y de 1,60 de alto, no da la sensación de que sea un coche desproporcionado ni muy grande, sino más bien un compacto más alto de lo normal, con cabida para toda la familia y con un buen maletero, claro está, que ofrece hasta 1.905 litros de capacidad si abatimos todos los asientos.
Báicamente el Gran Tourer es igual que el Active Tourer, salvo por el voladizo trasero que le da la amplitud y longitud necesaria para poder equipar la tercera fila de asientos que es opcional, y que solo podrá ser utilizada por niños. El aumento de 21 cm con respecto al Active Tourer es la suma del aumento de batalla en 11 cm y de 10 cm de voladizo trasero.
Esta tercera fila, es abatible, quedando escondida en el piso del maletero, sin restar capacidad al mismo, salvo cuando está montada, restando 85 litros a los 645 de capacidad.
Los asientos traseros, están configurados para poder dar cabida a tres plazas, son correderos, tanto para facilitar la maniobra de entrada a la segunda banqueta, como para ganar espacio del maletero, además de abatibles para convertir entonces la trasera de este coche en un verdadero camión de mudanzas.
La parte delantera goza de una amplitud muy buena, gracias a sus dos asientos que disponen de numerosos reglajes, tanto para acomodarse, como para poder encontrar una buena posición de conducción, que en este caso es un tanto más alta que algunos modelos de la marca, algo que al principio se hace raro, pero a lo que fácilmente te acostumbras, lo que permite tener una muy buena visibilidad.
El salpicadero, rezuma el buen hacer de BMW por todas partes, siendo sus acabados y su diseño Premium, algo a lo que ya nos tiene acostumbrados la marca, en toda su gama. Tras el volante que en este caso era M, multifunción y de piel, encontramos dos enormes esferas que nos ofrecen la información necesaria para gobernar al Active Tourer y una pequeña pantalla tft que hace de apoyo para la navegación o el ordenador de a bordo. En el centro de la consola, encontramos una pantalla de 8,8 pulgadas incluida en el paquete navegación plus, desde la que se maneja el sistema de Info entretenimiento, el sistema multimedia o los sistemas BMW Connected Drive, entre otros.
Bajo los mandos del climatizador, que en nuestra unidad de pruebas era bizona, encontramos el selector del cambio y junto a él, el mando MMI y el botón para seleccionar los diferentes modos de conducción, pudiendo escoger entre EcoPro, Confort o Sport.
El Gran Tourer 218d, equipa un motor de cuatro cilindros diésel de dos litros de cilindrada, que rinde una potencia de 150 cv, suficientes para mover con soltura a todo el conjunto. Este motor se caracteriza, como ya os hemos comentado en otras pruebas, por su rendimiento y elasticidad, a la vez que por ser eficiente y poco tragón. Prueba de ellos son los 4,3 litros a los 100 km que BMW homologa, y los 5,1 litros que nosotros conseguimos durante nuestra prueba.
La caja de cambios de 8 velocidades tipo ZF, ofrece unos cambios suaves a la vez que precisos, y se adapta muy bien a los tres modos de conducción que dispone el coche, dando lo mejor de sí para ser eficiente o alargando los cambios a la hora de conducir con el modo sport activado.
En autopista, el Gran Tourer, es un tremendo viajero, con el que harías un sinfín de kilómetros disfrutando de cualquier paisaje. En carretera, sorprende mucho su comportamiento, pues no te esperas que un “monovolumen” sea lo ágil que es, cuando lo sometes a una serie de curvas continuadas, y ves el aplomo y guiado que ofrece gracias a una dirección directa y precisa.
Quizás no es tan divertido de conducir como cualquier otro tracción trasera de BMW, pero la verdad es que tiene su gracia, además de tener un comportamiento semi deportivo que agrada cuando estás al volante. Para sacar mejor partido a este monovolumen, el opcional de la suspensión deportiva, será el gadget que mejore más si cabe, su comportamiento para afrontar este tipo de conducción, algo que podrás hacer equipando el paquete M Sport, con el que le darás un toque más dinámico, no solo a la carrocería sino al interior también.
En resumen, os podemos decir que hemos encontrado en el Gran Tourer, todo aquello que pensábamos encontrar. La comodidad de un coche de estas características, unida a la garantía de que es un BMW y un sistema de tracción delantera que nos ha sorprendido por lo que bien que funciona y el buen dinamismo que ofrece.
Si buscamos coches similares en el mercado, los encontraremos, pero no ofrecen lo mismo que este. Ambiente Premium, 7 plazas, gran dinamismo, y como no, el sello de una gran marca como lo es BMW:
Escrito por, Miguel Angel Solá
Agradecimientos
- BMW Group Prensa
- Fotografías: Cristóbal Arjona