A finales del año pasado Hyundai presento el restyling del i30 desde que se presentara en 2017 y lo hizo para sus tres carrocerías compacta, familiar (CW) y la versión Fastback que hoy ocupa nuestra prueba.
Sin duda alguna Hyundai ha sido una de las marcas que han entrado en nuestro mercado con fuerza y uno de los principales argumentos es la relación calidad precio de sus modelos, a lo que debemos sumarle, unos equipamientos que brillan por todo lo que ofrecen. Podríamos debatir si algunos de los elementos interiores son o no de nuestro agrado por el tacto, pero en su defensa hemos de decir que hay modelos de marcas europeas, que emplean el plástico abusivamente en sus habitáculos desmereciendo en muchos casos la etiqueta premium que nos venden.
Dejando de lado este anterior argumento, el Hyundai i30 Fastback está disponible desde los 17.060€ para su versión de acceso, dotada de la mecánica 1.0 TGDi de 120CV con cambio manual. Por encima encontramos la versión con el sistema Mild Hybrid de 48V, con un precio de salida de 20.310€ y de 22.710€ para la versión con el cambio DCT. La única versión diésel es la 1.6 CRDi de 136CV con cambio manual disponible desde los 22.310€ y por encima, encontramos ya dos versiones gasolina de 48V con el motor 1.5 T-GDi de 160CV con cambio manual (23.860€) o cambio automático por 27.860€. Todas las versiones a excepción de la de acceso disponen del distintivo ECO de la DGT.
Nuestra unidad de pruebas, siendo el N-Line equipa de serie luces LED, parrilla cromada negra, llantas de 18”, volante multifunción de cuero, pedales deportivos de aluminio, climatizador de 2 zonas, selector de modos de conducción, control de crucero, sistema de asistencia de frenada, sistema activo de cambio de carril involuntario, pantalla táctil de 8” o llave inteligente entre otros elementos, que solo dejan opcionales como la pintura para llegar según el configurador de la marca a un precio final de 24.100€ con descuentos incluidos.
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En esta versión Fastback destaca una línea de estilo coupé, algo difícil de encontrar en el segmento de los generalistas con el que compite al que si le sumamos los elementos N-Line, se enfatiza más si cabe una estampa un tanto deportiva, gracias al paragolpes delantero, la parrilla cromada en color negro, las llantas de 18” o los cristales tintados. En la parte trasera encontramos un pequeño alerón como continuación del portón del maletero y un difusor que acoge una única salida de escape que no es falsa, menos mal.
El habitáculo está bien resuelto, y aún sin grandes aspiraciones premium, el ambiente que rezuma es bueno, El volante forrado en cuero multifunción tiene un grosor y tamaño muy bueno. Tras este encontramos un cuadro analógico con una pantalla TFT intermedia de 3,3” que ofrece mucha información al conductor. En la parte alta de la consola central encontramos una pantalla de 8” táctil, desde la que se controla todo el sistema de infoentretenimiento pero que no dispone de sistema de navegación ya que es compatible con Apple CarPlay y Android Auto, lo que facilita más si cabe la conectividad entre tu smartphone y el vehículo.
Bajo esta, encontramos los mandos del climatizador, dos tomas de 12V más un USB y un cargador inalámbrico, mientras que junto al pomo del cambio encontramos el selector de modos de conducción.
Los asientos de corte deportivo sujetan el cuerpo bastante bien, son cómodos y el tapizado es agradable al tacto. Además, el contraste de costuras en rojo al tratarse de una versión N-Line enfatizan la deportividad en el habitáculo.
En la parte trasera encontramos una banqueta que puede dar cabida a tres pasajeros, siendo las plazas laterales holgadas y cómodas, lo que no podemos decir como suele pasar en casi todos los coches de la central. Por su parte, el maletero ofrece 450 litros de capacidad que pueden ampliarse hasta un total de 1.351 litros abatiendo los respaldos de los asientos.
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Nuestra unidad de pruebas monta un motor de 4 cilindros y 1,5 litros que rinde 160CV a 5.500 RPM y un par motor de 253 Nm, encargados de mover a todo el conjunto con bastante soltura. La caja de cambios manual es de 6 velocidades, aunque también hay disponible una automática.
Dispone además de un sistema de micro hibridación a través de una red de 48V, lo que como os hemos comentado antes le otorga la pegatina ECO, así como todos sus beneficios. En lo que a consumos se refiere, la marca ha homologado unos 6,2 litros a los 100 kilómetros, cifra a la que es fácil acercarte sobre todo a velocidades de crucero y si conduces por autopista, mientras que si lo haces en conducción deportiva el consumo rondará los 9,5 litros.
En autovías y autopistas es un gran viajero, es cómodo y aunque la suspensión tiene un tarado deportivo no resulta incómoda. En carretera es un coche con el que puedes disfrutar de un buen tramo de curvas, pues su chasis se presta a ello, ofreciendo un buen paso por curva y unas transiciones entre estas con unos apoyos que a veces incluso llegas a pensar que estas frente a la versión más deportiva del i30, el N.
Con el modo Sport activado, todo el conjunto gana en respuesta, el acelerador se vuelve más sensible disponemos por así decirlo de un punta-tacón que el coche gestiona por sí solo cuando vamos a proceder a reducir. La dirección se endurece para ser un poco más directa y transmite muy bien que pasa en el tren delantero por lo que afrontar las curvas es cosa fácil. Los frenos por su parte, si decides hacer malabares en alguna que otra revirada carretera, al no ser de corte deportivo, se fatigan con bastante facilidad, aún así, cumplen con su cometido.
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Para resumir, podemos decir que el i30 Fastback, nos ha dejado muy buenas sensaciones. Primero por su conceptualidad de tres volúmenes, así como por un diseño que es resultón, atractivo y que denota deportividad. Segundo por su relación calidad precio, ya que es quizás su mejor cualidad y, por último, porque es cómodo para viajar, dispone de un buen maletero y además ofrece un comportamiento muy noble ante cualquier situación.
Escrito por, Miguel Angel Solá
Agradecimientos
- Hyundai España
